Wednesday, April 11, 2012

Maritza y mi desesperación

Hace tres meses que trabajo en esta compañía y son tres meses que llevo sufriendo gozoso la presencia de Maritza, la secretaria del jefe. Antipática si es, vamos a estar claros, pero que buena que está la desgraciada. Para ir al bebedero, a la pequeña cocina o a la fotocopiadora tiene que pasar frente a mi escritorio a escasos metros de mi desesperación. Casi no me habla y contesta a mi saludo con una mirada de desdén que la hace más divina y atractiva. Tengo calculado la hora en que va a llenar la botellita de agua, a prepararle un café al jefe y sólo me sorprende cuando va por una copia repentinamente. En ese momento invento cualquier cosa para acercarme y hacer yo una fotocopia del alguna sandéz y disfruto mirándole el cabello, los hombros, la espalda y aquél espectacular culo. Ella sabe que la miro con deseo y hasta descaradamente. A veces creo que se pone nerviosa y le pregunta cualquier nimiedad a la Sra de servicio o dice que olvidó algo para que yo haga lo mío. Y se aleja ofreciéndome una vez más aquél par de nalgas que cuando las trae embutidas en un pantalón blanco que le queda del carajo parece que me va a dar un infarto. Aún no tengo confianza con nadie en la oficina y no he podido indagar nada sobre ella. Antes creía que se acostaba con el jefe, pero creo que es maricón. He visto que a veces la espera alguien en un carro gris pero no se quién es. De todas maneras no creo que una mujer así esté sola. Siempre viene en pantalones y de vez en cuando viene en faldas cortas y tienes que verle el par de piernas que se gasta. Maritza se ha convertido desde que la conozoco en motivo de mis masturbaciones. Hasta he soñado con ella y en el sueño, yo estaba hundido entre sus nalgas lamiendo aquél territorio magnífico aferrado a sus hermosas piernas. Mientras yo rodeaba con mi lengua harta de saliva sus profunidades ella levantaba aquél monumento entregándome aun  más su  esplendoroso culo. Entonces, me despierto con una gran eyaculación que con todo amor le dedico diciéndole al día siguiente cuando me la encuentro en la fotocopiadora..."Anoche, soñé contigo Maritza".. ¿Si?, me responde ella. "Algún día te cuento". Y ella se marcha indiferente meneando el culo desafiante e indiferente.