Sunday, January 8, 2012

Un domingo para ella.

Su marido y su hijo de trece años han ido a un partido de béisbol fuera de la ciudad. Salieron a las cinco de la mañana y ella se ha despertado tarde éste domingo. Se estira, coge el control remoto y enciende el televisor antes de ir al baño. Luego se lava los dientes y la cara que seca cuidasosamente. Vuelve a la cama, se cubre hasta la cintura y da vueltas por los cientos de canales sin detenerse en ninguno. Se despoja del pijama porque le ha dado un poco de calor y en vista de que se ha quedado sola en casa también se quita el panty y ahora esta desnuda buscando algo en la tele.
De repente se toca un seno dizque como exploración que recomiendan para reconocer endurecimientos y prever cualquier anomalía. Los de ellas aún están lindos. Se lo toca suavemente luego de comprobar que todo esta normal. Rodea los pezones y de pronto los tuerce ligeramente y siente un cosquilleo. Continúa sobándose con dulzura los senos pero otra mano baja traviesa hasta el vientre que aunque ya comienza a acumular algo de grasa, es la envidia de chicas más jóvenes y sin hijos. El cosquilleo aumenta y la soledad y el murmullo de la "animadora" de ése programa que ni sabe de qué se trata, la acompañan desde el TV. Ahora juega con los vellos púbicos, se huele los dedos y comprueba un olor normal y le agrada ya que es una mujer extremadamente aseada. 
Sigue y toca su labios vaginales que son gorditos, abultaditos y suaves. Se atrevería a decir que son lindos. Los recorre de arriba abajo y alterna izquierda y derecha indistitamente. Hacía tiempo no se tocaba como ahora. Casi nunca esta sola los fines de semana y hoy no sabe por qué, ha sentido un deseo irrefrenable de masturbarse. Con su esposo la cosa sexual va bien, pero hoy esa sensación de adolescente le ha vuelto de repente en este domingo de marzo.
Ya tiene tres dedos en la vulva. Uno en cada labio y el medio posado sobre el canal donde está esperando el clítoris que no ha tardado en endurecerse. Ella se extraña por lo rápido que ha reaccionado exitándose porque apenas antenoche tuvo una buena sesión de sexo con su esposo que la dejó satisfecha. Ahora se está masturbando como una adolescente y  se alegra por eso. 
Con la presión apropiada ha comenzado a masajear circularmente la zona más sensible de su vulva con los tres dedos que ha humedecido con saliva. Cuando se siente invadida por un calor que le sale desde adentro y le estalla entre las piernas, pasa la otra mano por detrás logrando intruducirse un dedo en la vagina que completa un arco de placer. 
No le hace falta imaginarse nada porque el cosquilleo ya le ha quitado la consciencia. El  ritmo instintivo que se aplica con ambas manos sobre su sexo ya empapado la tiene concentrada en su propio mundo. Suena el teléfono en alguna parte y lo maldice. Se alegra que no insistieran en llamar y continúa hacia su destino mordiéndose los labios. 
Siente que la invade un gozo y una euforia sin límites que la hace temblar y respirar agitadamente. Cree que va a morirse, todo se vuelve blanco, o negro, ya no sabe. Sólo sabe que ése volcán que trae por dentro esta a punto de hacer erupción y la tiene empapada. Ha mantenido constante un ritmo y una presión tan placentera que no se ha dado cuenta que se ha volteado boca abajo lo que le permite hacer movimientos de cadera que llaman al orgasmo inminente. Y ahí está. Suelta un ¡Cooooño! que se entrecorta con los espasmos que le tensan las piernas y las nalgas. Siente una punzada de placer que sube hasta lo increíble para luego descender poco a poco. Sigue respirando agitada, siente que ha sudado. 
Ya los movimientos son más leves. ¡Que rico! se dice...saca el dedo, retira la manos y se voltea satisfecha en un sopor con los ojos cerrados. Viene regresando de un viaje que hacía tiempo no hacía y que le es bien conocido. Es domingo, está sola y en este momento sólo cuentan ella y su sexo.


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